dezembro 13, 2015

A porta secreta de uma casa secreta onde há uma porta secreta... (Haikús para Vila-Matas)


A Por el Abismo, jardín tragaaviones de la literatura. Por la Aventura, sentido último de la escritura. Por Paul Auster leyendo a Vila-Matas en su jardín de Brooklyn. Por Adonis que escribió que a los muertos hay que sepultarlos en el lenguaje.

B Por Borges, que está en la raíz de casi todo. Por Thomas Bernhard. Por Blanchot, que se comportaba como si estuviera muerto y decía que sus libros eran póstumos. Por Bouvard y por Bartleby. Por Bolaño y por el Barça pero sobre todo por el Barça. Por Bartleby y por Beckett, pero sobre todo por Beckett. Por Beckett y por Buster (Keaton), pero sobre todo por Buster (Keaton). Por Buster Keaton y por Chet Baker, pero sobre todo por Chet Baker.

C Por Sophie Calle siguiendo los pasos de Enrique.

D Por Duchamp. Por Dylan. Por Dominique Gonzalez-Foerster que le dio a Enrique la llave secreta de una puerta secreta que da a una habitación secreta detrás de la que hay otra puerta y otra habitación secretas, en el Pompidou. Por el arte de la desaparición, que es la esencia de la literatura. Por Dublín. Por Marguerite Duras.

E Por el éxito, que en palabras de Kertész, se consiga o no el camino que lleva a él es igual de ignominioso.

F Por Finnegans Wake y su estela inacabable.

G Por el cementerio de Glasnevin, junto al que se encuentra el pub de los enterradores, punto de encuentro de la Orden del Finnegans. Por Gombrowicz. Por Gregor Von Rezzori brindando con Gregor Samsa. Por Grand Central, en cuyas escalinatas Elizabeth Smart por fin pudo llorar.

H Por Hölderlin. Por el loco de Herisau, que escribió su último micrograma derramando su sangre en la nieve. Por Hemingway y las hordas de avatares que ocupan las páginas iniciales de París no se acaba nunca.

I Por los infraleves. Por Impostura. Por La asesina ilustrada.

J Por James Joyce, maestro de Beckett.

K Por Kafka, por Kassel, por Kertész.

L Por la lucidez de Lichtenberg. Por la literatura, que es a lo que se dedicó Pasavento cuando, harto de intentar desaparecer sin conseguirlo, no sabía muy bien qué hacer.

M Por Michel de Montaigne. Por la muerte de la metaliteratura. Por el mal de Montano. Por Marienbad. Por México, donde Vila-Matas logrará por fin desaparecer, como lo hicieron en su día Arthur Cravan y Ambrose Bierce.

N Por la literatura del No. Por Nueva York, que siguió siendo un relato soñado después de que Enrique la visitara, comprobando con asombro que existía.

Ñ Por las corbatas de ñandutí, tejido de textura similar a la telaraña, prenda de luto que los shandys están obligados a lucir cuando se les inflige un premio literario.

O Por Oblomov. Por los Odradeks. Por la Orden del Finnegans, que tras ocho años durante los cuales sus miembros se expulsaron unos a otros sin piedad, lograron por fin desaparecer.


P Por Pitol. Por Perec. Por Pynchon. Por Pessoa. Por París. Por Pécuchet. Por la literatura portátil. Por Philippe Petit equilibrista del fin del mundo que se paseó por el abismo que mediaba entre las Torres Gemelas de Manhattan.

Q Por Ednodio Quintero, que durante un viaje por México en el Tequila Exprés, le salvó la vida a Enrique, quien entre trago y trago, creyendo estar haciendo amigos, contaba “chistes de mexicanos” a un corro creciente de pasajeros, sin darse cuenta de que cada vez estaban más cabreados y lo iban a matar.

R Por Ramón (Gómez de la Serna). Por Rimbaud. Por Raymond Roussel royendo los huesos del realismo. Por Alejandro Rossi, que encontró la forma de su muerte en Mexico.

S Por Marcel Schwob. Por Sebald flotando en los anillos de Saturno. Por el silencio de Salinger.

T Por Tristram Shandy, que es la tercera parte del Quijote. Por Thomas el oscuro, la extraña novela de Maurice Blanchot.

U Por Ubu, rey de la vanguardia patafísica y anartista.

V Por la vanguardia, cuya esencia es estar siempre en vilo. Por el vilo de los viajes verticales. Por Vilnius y su ayudante. Por Veracruz en su lejanía. Por Valéry. Por la Verdad, que en el fondo es lo único que busca alcanzar Enrique al escribir.

W Por el cementerio de Woodland, en el Bronx, donde Jeremías Jiménez, policía de cementerios, nos mostró la tumba de Moby Dick. Por Robert Walser, príncipe discreto de la estirpe angélica de los escritores.

X Por los xoloxcuincles de Xalapa, los xoconostles de Xochimilco y los xilófonos de Xicoténcatl.

Y Por la literatura del yoyó también conocida como autoficción autoficción.


Z Por Zinedine Zidane arbitrando un partido entre Zambia y Zanzíbar en Zimbawe ante un público de zulús zurdos bajo la mirada atenta de un tal Enrique Vila-Matas, zapatero de Zacatecas, que nada tiene que ver con el escritor.

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